El árbol de los deseos.
Érase una vez un pequeño pueblo en medio del bosque, donde vivía una niña llamada Ana. Ana era muy curiosa y aventurera, le encantaba explorar el bosque y descubrir cosas nuevas.
Un día, mientras caminaba por el bosque, Ana encontró un árbol muy especial. El árbol era enorme, con ramas y hojas verdes que se elevaban hacia el cielo. Pero lo que lo hacía especial era que estaba cubierto de pequeñas hojas de colores brillantes, como si fueran estrellas.
Ana se acercó al árbol y notó que había pequeños pedazos de papel atados a las ramas. En cada papel, había un deseo escrito. Ana se sorprendió al ver tantos deseos, algunos eran simples y otros eran más grandes, pero todos eran importantes para quienes los habían escrito.
Intrigada, Ana decidió escribir su propio deseo y atarlo a una de las ramas del árbol. Ella cerró los ojos y pensó en su mayor deseo: tener un perro. Ana nunca había tenido un perro antes, pero siempre había querido uno.
"Los sueños son como las estrellas, nunca los alcanzas con las manos, pero si sigues caminando, algún día los alcanzarás con el corazón"
Después de escribir su deseo en el papel, Ana lo ató a una de las ramas del árbol. Cuando abrió los ojos, se sintió llena de esperanza y felicidad. Sabía que el árbol de los deseos haría realidad su sueño.
Los días pasaron y Ana visitaba el árbol de los deseos con frecuencia, para ver si su deseo se había cumplido. Pero el árbol seguía igual, con sus ramas llenas de deseos escritos.
Un día, cuando Ana estaba caminando por el bosque, escuchó un pequeño ladrido. Al principio pensó que era su imaginación, pero luego lo escuchó de nuevo. Siguió el sonido y se encontró con un pequeño perro, que la miraba con ojos brillantes.
Ana no podía creerlo, su deseo se había hecho realidad. El perro se acercó a ella y comenzó a lamerle la cara, haciéndola reír. Ella sabía que había sido el árbol de los deseos quien le había concedido su deseo.
Desde ese día, Ana visitaba el árbol de los deseos con más frecuencia. Ella escribía nuevos deseos en pedazos de papel y los ataba a las ramas del árbol. Sabía que el árbol era mágico y que siempre escuchaba sus peticiones.
Así, Ana aprendió que siempre hay esperanza y que nunca debemos dejar de soñar. El árbol de los deseos le enseñó que, aunque los deseos pueden parecer imposibles, si tenemos fe y creemos en ellos, pueden hacerse realidad.
Espero que te haya gustado este cuento infantil. ¡Que tengas un bonito día!
HAY UN POEMA,
El árbol de los deseos se yergue,
majestuoso y frondoso,
sus ramas cargadas de sueños
esperando ser cumplidos.
Cada hoja es un anhelo,
cada rama un deseo,
que se eleva hacia el cielo
buscando ser concedido.
Los corazones afligidos,
los espíritus cansados,
encuentran en este árbol
un lugar para descansar.
Piden deseos con fuerza,
con fe y con esperanza,
confiando en que serán escuchados
por el árbol de los deseos.
Y así el árbol se nutre
de la energía de sus peticiones,
y su magia se esparce
por el mundo entero.
El árbol de los deseos es un regalo
de la naturaleza para el alma,
un lugar donde depositar
los sueños más profundos y sinceros.
Así que si alguna vez te sientes perdido,
busca el árbol de los deseos,
y pide con todo tu corazón,
porque la magia de su amor nunca falla.