La abuela y su jardín de flores gigantes.
Había una vez una abuela llamada Ana, que vivía en una pequeña casa al lado del bosque. Ana era una gran amante de las flores y pasaba la mayor parte de su tiempo cuidando su jardín. Un día, mientras sembraba algunas semillas, notó algo extraño en el suelo.
"¡Oh, esto es muy extraño!", exclamó Ana. "Estas semillas son diferentes a todas las demás que he sembrado antes".
"Nadie tiene tanto que hacer como aquel que está siempre apurado."
Ana decidió plantar las semillas en su jardín y esperar a ver qué sucedía. Durante los siguientes días, Ana regó las semillas con mucho cuidado y paciencia. Después de una semana, las semillas comenzaron a brotar y, para sorpresa de Ana, las plantas crecieron a una velocidad increíble.
¡Las flores eran gigantes! El jardín de Ana se llenó de colores brillantes y hermosas flores de todos los tamaños. Ana estaba encantada y se dedicó a cuidar y admirar su jardín gigante.
Un día, mientras Ana estaba sentada en su jardín, un grupo de niños del pueblo pasó por allí. Cuando vieron las hermosas flores gigantes, no pudieron resistirse a entrar en el jardín y explorar. Ana estaba encantada de compartir su jardín con los niños y les mostró cómo cuidar las flores y cómo sembrar semillas.
Después de ese día, los niños del pueblo visitaron a menudo a la abuela Ana y su jardín de flores gigantes. La abuela Ana les enseñó todo lo que sabía sobre las flores y les dejó llevar a casa algunas semillas para sembrar en sus propios jardines.
Y así, gracias a la generosidad y sabiduría de la abuela Ana, el pueblo se llenó de hermosas flores gigantes en cada jardín. Y todos los niños y adultos del pueblo aprendieron a amar y cuidar la naturaleza, gracias a la abuela Ana y su jardín de flores gigantes.
Espero que te haya gustado este cuento infantil. ¡Que tengas un bonito día!
HAY UN POEMA,
En un pequeño pueblo, un jardín se alzaba
lleno de colores, aromas y alegría
era la obra de la abuela Ana
que con paciencia y amor lo cuidaba cada día.
En su jardín crecían flores gigantes
que asombraban a todo aquel que las miraba
era como si brotaran de los sueños más brillantes
y en cada una de ellas una historia se contaba.
La abuela Ana dedicaba su tiempo
a sembrar y a cuidar cada planta con esmero
con sus manos sabias y su corazón tierno
logró crear un paraíso florido y verdadero.
Los niños del pueblo quedaban maravillados
cuando en el jardín de la abuela se adentraban
y descubrían las flores más grandes que habían visto jamás
así como la sabiduría que la abuela les brindaba.
El jardín de la abuela Ana era un tesoro
que llenaba de vida y de alegría al pueblo entero
y en cada flor se reflejaba su amor sincero
por la naturaleza y por todo lo que creaba.
Y así, gracias al jardín de la abuela Ana
el pueblo se llenó de hermosas flores gigantes
que se convirtieron en un símbolo de esperanza
y de la sabiduría de la abuela y sus enseñanzas.