El muñeco de nieve que cobró vida.
Había una vez un pequeño pueblo rodeado de montañas cubiertas de nieve. En ese lugar, la gente esperaba con ansias la llegada del invierno, ya que era la época del año en que podían construir muñecos de nieve.
"El invierno es la estación donde los sueños de los muñecos de nieve se hacen realidad."
Una tarde, después de una intensa nevada, un niño llamado Tomás salió al jardín de su casa y empezó a construir un muñeco de nieve. Trabajó con dedicación y paciencia, y cuando finalmente terminó, se sintió muy orgulloso de su obra.
Sin embargo, algo extraño sucedió: el muñeco de nieve empezó a moverse por sí solo. Tomás se quedó asombrado, sin saber qué hacer. Pero pronto se dio cuenta de que el muñeco de nieve había cobrado vida.
"No es el tamaño lo que importa, sino el corazón que hay en uno mismo."
El muñeco de nieve miró a Tomás y le dijo: "¡Hola! Me llamo Nevado. ¿Quieres ser mi amigo?"
Tomás, aunque al principio estaba un poco asustado, respondió: "¡Claro que sí! Será genial tener un amigo como tú."
"Los sueños se hacen realidad si tenemos el coraje de perseguirlos."
Así empezó una gran amistad entre Tomás y Nevado. Pasaban horas juntos, jugando en el jardín y explorando los alrededores del pueblo. La gente del pueblo también quedaba asombrada al ver a Nevado caminando por las calles.
Pero a medida que pasaba el tiempo, la temperatura empezó a subir y la nieve comenzó a derretirse. Tomás se preocupó por Nevado, ya que sabía que no sobreviviría al calor del verano.
"La felicidad no es algo hecho. Viene de tus propias acciones."
Decidió hablar con el hada de la nieve, una leyenda que los niños del pueblo contaban para explicar los fenómenos invernales. Le explicó su situación y le pidió ayuda.
El hada de la nieve, conmovida por la amistad entre Tomás y Nevado, decidió hacer algo extraordinario. Convirtió a Nevado en un ser mágico capaz de sobrevivir en cualquier clima. A partir de ese momento, Nevado se convirtió en el protector del pueblo durante todo el año.
"La vida es como un libro, algunos capítulos son tristes, otros felices, y si nunca das vuelta a la página, nunca sabrás lo que depara el siguiente capítulo."
Tomás y Nevado siguieron siendo amigos durante muchos años, y nunca olvidaron la aventura que los unió. Cada invierno, Tomás construía un muñeco de nieve en su honor, y el resto del pueblo seguía admirando a Nevado, el muñeco de nieve que cobró vida.
El muñeco de nieve que cobró vida,
era un amigo fiel, lleno de alegría.
Con su nariz de zanahoria y ojos de piedra,
corría por el bosque y saltaba en la nieve serena.
Un día de invierno, unos niños lo crearon,
con bolas de nieve y ramas lo decoraron.
Pero algo mágico sucedió una noche de luna llena,
y el muñeco de nieve cobró vida, convirtiéndose en una presencia plena.
Frosty, como lo llamaron, estaba feliz,
pues podía moverse, correr y explorar, sin fin.
Jugaba con los animales del bosque,
y con Santa Claus, en su trineo, repartía regalos sin reproche.
Aunque sabía que su vida era efímera,
Frosty no se dejaba abatir por la tristeza postrera.
Ayudaba a los demás, construía iglús y regalaba sonrisas,
era un ejemplo de gratitud y optimismo, incluso en las situaciones más adversas.
Al final, Frosty se derritió, volviendo a ser nieve inanimada,
pero dejando un legado de felicidad y enseñanzas apreciadas.
El muñeco de nieve que cobró vida, seguirá en los corazones,
de aquellos que lo conocieron, y que aprendieron, de él, lecciones.